¿Por qué l@s directiv@s públicos deberían desarrollar competencias para gestionar la complejidad?
De complejidad se habla mucho, pero se sabe poco. Forma parte del mundo en el que vivimos, en todas sus dimensiones, pero se desconocen las herramientas conceptuales y metodológicas para entenderla y gestionarla. Complejo deriva de la voz latina complexus, aquello que está entretejido, lugar en el que todos los hilos forman un tapiz de interacciones e interdependencias. Las personas que ocupan cargos de dirección pública enfrentan problemas cada vez más interconectados y multifacéticos, como el cambio climático, la desigualdad social, el relevo generacional, la atracción de talento, la gestión de recursos limitados, la inmigración, las crisis sanitarias, la coordinación horizontal, entre muchos otros, por nombrar los más conocidos. Estos desafíos, se caracterizan por la interdependencia de múltiples factores y la incertidumbre, es lo que describo como sistemas complejos. La gestión de la complejidad se ha convertido en una competencia fundamental para quienes dirigen organizaciones públicas, ya que estos problemas no se resuelven mediante los enfoques tradicionales o lineales. Muchas veces mecanicistas e ingenieriles. Los modelos de gestión pública canónicos son insuficientes para abordar la realidad compleja. Se han quedado caducos. ¿Por qué no renovamos o actualizamos esa propuesta de valor para una gestión de la administración más sostenible e innovadora?
La incapacidad para gestionar la complejidad puede llevar a decisiones ineficaces, a una pérdida de confianza pública y a una creación de valor público sub-óptima. Los sistemas complejos requieren una visión adaptativa y un enfoque de pensamiento sistémico, que permita a l@s líderes públicos entender y responder a la interdependencia de los distintos elementos que componen los sistemas institucionales, sociales, económicos y ambientales, en los diferentes niveles e interacciones de una misma trama, por lo que una decisión aquí genera un impacto allá, que a su vez genera nuevas reacciones. Un “eterno y grácil bucle”, parafraseando a Douglas Hofstadter. Además, dado que los entornos públicos suelen tener actores diversos con intereses a menudo en conflicto, l@s directiv@s públicos deben desarrollar unas habilidades que no se encuentran en su catálogo actual.
Pero ¿qué conocimientos y competencias garantizan una buena gestión de la complejidad a l@s directiv@s públicos?
Para enfrentarse eficazmente a la complejidad, l@s directiv@s públicos necesitan desarrollar conocimientos específicos y competencias derivadas de las ciencias de la complejidad. Sin pretender exhaustividad, os comparto algunos de los conocimientos y habilidades que considero clave, yendo de aquellas más duras a las más blandas:
✅ Anáisis de big data. La gestión de grandes volúmenes de datos permite extraer información valiosa y patrones de comportamiento que pueden informar la toma de decisiones. En el contexto público, el análisis de Big Data facilita la detección de tendencias y la respuesta rápida a emergencias, además de ayudar a entender el impacto de las políticas en tiempo real. Este tipo de análisis es útil en áreas como la salud pública, donde la vigilancia de datos puede contribuir a predecir brotes de enfermedades.
✅ Simulaciones basadas en agentes. Las simulaciones basadas en agentes (ABM, por sus siglas en inglés) modelan el comportamiento de individuos o entidades en un sistema y observan cómo las interacciones entre ellos generan patrones emergentes. Aquellos que son propiedad del conjunto, no de sus partes individualizadas. Esto permite visualizar el comportamiento de toda la red de política pública, por ejemplo. Estas simulaciones permiten explorar diferentes escenarios y probar cómo las políticas pueden afectar a la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, se pueden usar para prever cómo la introducción de nuevas políticas de transporte afectará el tráfico urbano o cómo los cambios en la política de vivienda influirán en los patrones migratorios en una ciudad.
✅ Modelos de dinámica de sistemas: Los modelos de dinámica de sistemas permiten representar gráficamente y analizar cómo diferentes variables dentro de un sistema complejo se interrelacionan y afectan mutuamente a lo largo del tiempo. Esta metodología ayuda a identificar los efectos en cadena y permite realizar simulaciones para prever cómo una intervención en una parte del sistema puede afectar a todo el sistema a largo plazo. Es especialmente útil en la gestión de recursos naturales o la planificación urbana.
✅ Análisis predictivo e inteligencia Artificial (IA): Las herramientas de IA y análisis predictivo pueden procesar grandes conjuntos de datos para predecir resultados futuros, identificar patrones ocultos y proponer recomendaciones. En el sector público, la IA puede ayudar a prever el impacto de políticas públicas en áreas como el desempleo, la educación o la distribución de servicios de salud. Por ejemplo, el análisis predictivo puede alertar sobre zonas con riesgo de pobreza extrema, permitiendo la implementación de medidas preventivas.
✅ Uso de redes sociales y análisis de redes: El análisis de redes sociales y de redes complejas permite a l@s directiv@s públicos entender cómo fluyen la información, los recursos y las relaciones en una sociedad o entre instituciones. Estas herramientas pueden identificar influencias clave, puntos de criticidad y diseñar estrategias de comunicación eficaces para implementar políticas. También se utilizan en estudios de percepción pública, ayudando a los líderes a comprender mejor cómo las políticas impactan a diferentes grupos y cómo optimizar su implementación.